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viernes, 22 de abril de 2011

Mi historia parte 4

-Seguramente eres tú-Me dijo Sebastián tocando mis caderas.

-Esperemos. Eres muy tierno y dulce, ¿lo sabías?

-Me gustas, y mucho.

-Desde el primer día que te vi…

-… sentí mariposas en el estómago. En especial cuando viste algo en mí, y te aceraste, en ese momento de tanta decepción, en el concierto.

-Tu no sabes todo el amor que sentía por ti en ese momento. Pensaba que eras mío.

-ERES mía. A partir de ahora.

En ese momento, me besó muy apasionadamente, en frente de todos. En frente de Melinda. Sentía su mano en mis cabellos. Yo coloqué, muy lentamente, mi mano en sus caderas.

“Bueno.” Separamos nuestros labios y miramos al frente. “Es hora de decir quién es el que cantará en el concierto”… “Es… Melinda p.!” En ese momento, me desmayé. Literalmente. Veía todo borroso. Estaba muy emocionada, había ganado el concurso. Significa que tengo la mejor voz.

De repente veo una silueta, ella misma decía “Pero esto no es grave, ¿usted dice que no participará?” Otra voz decía “¡Claro que no! Es mañana, es mañana, es mañana, es mañana……..” esas palabras retumbaban en mi cabeza.

-¿Mañana?-Dije exaltada. Veía todo nublado.

-¡Milagro, milagro! ¡La niña ha despertado, milagro!-Decía una señora, con un traje largo, y blanco.

Se acercó un chico.

-Mi amor, has despertado.

Yo le tocaba la cara con las manos, era Sebastián. De pronto, comencé a ver mejor. Reconocí su rostro.

-Hola, Sebastián. Hola, amor. ¿Qué me sucedió?

-Cuando anunciaron tu nombre, te desmayaste. Yo casi me desmayo al verte tendida en los brazos del profesor Dylan.

-No tienes de qué preocuparte. Tú eres el amor de mi vida.

-No era por eso, estaba muy mal por tu desmayo.

-Pero todo está bien, ¿cierto?

Había notado una mala cara. Se dirigió a la doctora, y le habló en el oído. La doctora, dijo:

-Está perfecta. Sólo fue un desmayo de alegría. Es como llorar al reír, no te encuentras mal en ese momento. Los desmayos sobre fallas del organismo pueden ser algo graves. Suerte.

Me levanté lentamente. Sebastián y Melinda me ayudaron.

Caminamos juntos hacia preceptoría, la preceptora Marta llamó a mi casa para que me retiraran de la escuela. Caminamos, y nos sentamos en el Hall.

-¿Cómo estás Melinda?-Dije.

-Bien, pero se supone que si algo de enserio no me quiere ni me necesita, no creo que deba estar aquí.

-¿De qué hablas?

-¡Los dos lo saben perfectamente!

-Bien-Dijo Sebastián-… ¿estás celosa de nuestro amor?

-¡Claro que lo estoy! Primero, ustedes lo tienen todo en su casa: videojuegos, reproductor de DVD—

-Pero tú nos has mencionado que tienes más cosas que nosotros.

-¡Era mentira! ¿Cómo voy a tener tantas cosas? ¡Ojalá! Yo no me siento tan preciada al lado de mi familia. Mi hermano Carlos es el preferido de mi familia. Para mi cumpleaños me regalaron un anillo de plástico, a él, un reproductor de MP3. ¡Siento que nadie en este mundo me quiere! Por eso les mentí sobre mis tenencias—

-¿Estás loca?-Dijo Sebastián, muy enojado-Yo te iba a querer con lo que no tenías también, el mundo te iba a querer por lo que eres y por lo que tienes. Pero al mentir, esas cosas no se quieren de vuelta.

Se dio vuelta. Nos quedamos todos mudos.

-Sebastián-dije-Ya ha tocado el timbre, vayan los dos al salón, ahora tienen matemáticas. Seguro mi padre está por venirme a buscar.

Se levantaron los dos, y se fueron: mudos.

Al cabo de unos tres minutos más, la portera me avisó que mi padre estaba en la puerta. Fui con él.

-Dios-dijo-, me asustaron con lo del desmayo. ¿Estás bien? ¿Te sientes bien?

-Por supuesto que sí. Pero no me siento bien por la situación de mi amiga Melinda.

-Todo sucede, y todo pasa, ¿sabes?

“Ahá” le contesté, y entramos al auto. Comencé a pensar sobre el concierto de mañana. Yo iba a cantar. Bien. Estoy nerviosa. Pero, ¿y si me desmayo en el medio del acto? Ni imaginarlo.

-Padre, me tiene preocupada un tema. Mañana debo cantar en el concierto. Tengo la probabilidad de convertirme en una estrella. ¿Y si me desmayo?

-Querida. Las tragedias a veces pasan en los momentos más inesperados. Pero sé que eres fuerte como para acabar con una tormenta. Mira, hija, cada ser humano debe estar tranquilo. ¿Sabes que debes hacer? Vivir el momento. ¿Y si algo pasa? Ni hay que pensarlo. La mejor forma, es pensar que nada malo va a suceder. Así prevenimos más fácil las tragedias. ¿Qué te parece? Si las cosas ocurren, ocurren. ¡Vive este momento! Es imposible cambiar nuestro destino.

-Si.

Llegamos a mi casa y me tranquilicé con las palabras de mi familia. “. ¿Sabes que debes hacer? Vivir el momento. ¿Y si algo pasa? Ni hay que pensarlo. La mejor forma, es pensar que nada malo va a suceder. Así prevenimos más fácil las tragedias.” Es un consejo que sirve mucho. “Es imposible cambiar nuestro destino.”

Llamé a Melinda. Estaba llorando desconsoladamente. Me dijeron que estaba ocupada “haciendo la tarea”. ¡Imposible creerle! Se escuchaban sus llantos.

Entró mi madre.

-Vamos, vamos.-Me dijo-Debes hacerte el examen auditivo. ¿recuerdas?

-Si, lo recuerdo perfectamente.

Entramos al auto, hicimos el examen auditivo.

Mientras volvíamos a casa, pensaba “¿Qué te parece? Si las cosas ocurren, ocurren” Es una frase inspiradora. Como la de un poeta famosísimo. Con esas frases, a mi padre podría llamarlo “un sabio”. Pero nada que ver. Imposible.

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