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viernes, 22 de abril de 2011

Mi historia parte 1

El concierto ya acababa de terminar. Las voces gritando alegremente el nombre de la banda. ¿Por qué nadie se alejaba de ese lugar? ¿Qué había después de esa gente? Nada mas y nada menos que el guitarrista de la banda. El cantante estaba al lado de él , sin recibir ningún abrazo. No se sentía querido. “Se siente como ser el único ser ‘famoso’ odiado”. Pero era hermoso. El guitarrista, en cambio, era horrible. El cantante cantaba horrible. El guitarrista tocaba como un dios. Ése era el motivo.

-Pues, pienso crear mi propia banda, pero sin cantante-Mencionaba el guitarrista en frente de las cámaras.

-¿Por qué? ¿No me vas a incluir en la banda?-Dijo el cantante.

-Ya estás en una. Apesta. Por eso me muevo de ésa.

Yo estaba en contra de ése guitarrista. ¿A caso, no le daba más chances al cantante? ¿A caso no era bueno con él ni enfrente de las cámaras?

-Mira-Le dije al cantante solitario-, juntos podemos hacer una banda.

-¿En serio?

-Si, mira, amo tocar el piano. Tú te perfeccionas en tu voz, y yo practico con el piano. Ah, y deberíamos encontrar bateristas, bajistas, y eso… ¿Alguno te quiere?

-Creo que esa no es una pregunta correcta. Si, tengo amigos bateristas y bajistas. También violinistas.

-Bueno, podríamos formar una banda, ¿cierto?

-De verdad no quiero. No me emociona. Ya he sufrido mucho como para sufrir más.

-Como tú quieras. Te lo pierdes. Oye, desde que te conozco en la banda, te reconozco de algún lado.

-En la banda somos principiantes. Recién empezamos. ¿Escuela?

-Sí.

-Ése cansado de la vida, que siempre come su almuerzo en un banco solitario. Ayer personas almorzaron conmigo sólo por ser famoso.

-Ajá. De allá te conozco. El famosísimo chico con el violín pero fracasado en la voz. ¿Cómo hiciste para ser famoso con esa voz asquerosa? No quiero ofenderte.

-Lograste ofenderme. Mis padres sobornaron a una disquera.

-Bien… ¿Quieres reunirte conmigo mañana en la escuela?

-Mañana es sábado.

-Bien, el lunes que viene. No te olvides, nos juntaremos en ese “banco solitario”.

-¡Prometido!

No podía olvidar esos ojos azules como el cielo. ¿Cómo un chico tan lindo, puede estar tan solitario? Puede que no sea un buen amigo. Voy a averiguarlo, justamente, dos días más tarde. Ahora, debo hacer mis deberes escolares.

Ya es domingo. ¿No puede pasar más lento el día? Quiero reencontrarme con ese músico no tan profesional. Creo que me hundiré al conocerlo, creo que estaré perdida en sus ojos. Pero, ojo, no parecer tan desesperada. Quiero salir con él ya. Primero, debo hablarle correctamente, averiguar qué le gusta, luego probar una cita. Luego, algo más avanzado. Quiero rozar sus labios.

Ya es lunes, me pongo las medias, el pantalón, los zapatos deportivos, esos que me gustan tanto. Luego esa remera súper cool.

Busco el banco solitario… ¿En dónde era? Si yo me sentaba justo aquí, lo veía… ¡Allí!

Él estaba esperándome. Con una camisa blanca, le quedaba hermosa. Unos pantalones azules, y unos zapatos de chico educado. Me siento al lado de él. No nos hablamos. Él estaba distraído, pero notaba mi presencia.

-El cielo es muy hermoso.-Dijo, y me miró fijamente-Creo que es una melodía para mis ojos.

-Wow, creo que tú también puedes ser poeta.

-¿Sí?-Dijo sonriente-Nadie me había dicho que era bueno en algo.

-Pero si tocas bien el violín… ¿Nadie te dijo nada?

-Mira, yo en primero de secundaria había armado un gran papelón. Creo que por eso nadie me habló más después.

-¿Por un papelón te dejaron de hablar? ¿Qué tan grave fue?

-Estábamos en la clase de artística, le fúi a consultar algo a la profesora, y un compañero mío le bajó el pantalón. Me culpó a mí. Me pusieron 7 actas, y desde ahí, todos me odiaron.

-¡Pero no fuiste tu el que provocó todo eso, fue ese compañero tuyo! ¿Cómo puede ser que te odien?

-No lo sé. Ahora que soy “algo” reconocido por las personas, se acercan, pero sólo un poco.

-Es injusto.

Me levanté, lo miré fijo, muy enojada. Era muy injusto, lo odiaban por algo que otra persona provocó.

-¿Cómo se llama ese “amiguito” tuyo?

-Mira, no quiero que se ocasionen problemas, de enserio, esto es serio.

Me puse pensativa. En un momento mis ojos reflejaron otra realidad, que debía contarle a…

-¿Cuál es tu nombre?

-Sebastian. ¿El tuyo?

-Melinda.

En fin, que debía contarle a Sebastián.

-Escucha. No quiero pensar esto, pero tú debiste hacer algo malo antes de lo de la profesora. Por ese papelón, no te pueden odiar tanto. Aparte, eres muy apuesto, ¿lo sabías?


CONTINUARÁ

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