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viernes, 22 de abril de 2011

Mi historia parte 2

-Gracias; igual, no recuerdo otra cosa tan mala. No me quieren en sus grupos, me desadmiten.

-¿Alguna vez besaste a una chica?

-No

-Hazlo ahora.

-¿Qué?

-Bésame, sólo por que lo quiero y lo siento.

Entonces, él me besó. Fue algo muy tierno. Él de enserio me gustaba.

Me miró muy fijo, se veía que estaba muy enamorado de mí.

Pregunté:

-¿Hablaste con algún chico, sólo uno?

-Eh, no, sólo con grupos.

-Es por eso. Es obvio que en los grupos no admitan tan fácilmente a una persona. Júntate con algún chico, e irás armando tu propio grupo. ¿Qué te parece?

-Te amo.

Y me besó. Más apasionadamente. Yo no podía creer lo que sentía, era una sensación hermosa. De repente, se escuchó una canción de SOLO, sonaba muy bien. Separamos nuestros labios, y miramos hacia los costados.

-Hola, ¿cómo estás?

Era una chica muy dulce y muy linda.

-Bien. Eh… Disculpa, ¿te conozco de algún lado…?

-No, pero me pareces muy lindo. ¿Quién eres tú?

-¿Yo?, mi nombre es Melinda.

-Un gusto. Miren, quiero reunirme con ustedes, si quieren podemos practicar un poco de guitarra… Amo esta canción.

Y de repente, Sebastián reconoció ese sonido. Era la guitarra de Ernesto, ese malo guitarrista que lo abandonó.

-Bien, júntate con nosotros, de verdad ése tipo es bueno con la guitarra.-Dije.

-Retirarías ésas palabras si supieras que es Ernesto.

-¿Ernesto? Oh, bueno, ¿puedes sacar esa canción…?

-Bueno, como digan. Oigan, ¿pueden venirme a ayudar a crear mi primera canción para Coro? Miren, yo canto muy bien y sé toca la guitarra. Necesitaría a alguien que sepa tocar el violín y el piano.

-Yo sé tocar el violín… y Melinda sabe tocar el piano. ¿Podemos unirnos al Coro?

-¡Por supuesto! Le diré al profesor. Vengan conmigo.

Pasamos por debajo del tinglado, luego pasamos por el patio para niños, y allí estaba el profesor. Me quedé muda. Era hermoso, pero era muy grande. Para mi gusto.

-Hola-Dijo con una voz suave y clara-¿En qué los puedo ayudar, amiguitos? ¿Elisa… cómo andas?

-Bien, gracias, Luis. Mira, ellos quieren unirse a coro. Ella-dijo, señalándome-, es Melisa. Sabe tocar el piano. Y él es Sebastian, sabe tocar el violín.

-Espera…

El profesor se quedó mudo, mirando para un punto indefinido. Estaba pensando en algo, como que trataba de recordar algo.

-¡Ah! ¡Sebastian! ¡El de la voz no tan privilegiada! Eres muy bienvenido.

-Gracias, profesor.

-Bien, ya están inscritos. Mañana, a primera hora, díganle a la preceptora que deben asistir a Coro a esa hora. ¿Si? Con el Prof. Luis. ¿Ok?

-Ok.-Dije.

Pasamos por el patio para niños, el tinglado, y fuimos al banco que Sebastián lo coronó suyo. Charlamos, y una chica llamada Agustina se unió al grupo. De a poco, ibamos creciendo.

Llegué a casa, hice la tarea, y me puse a pensar en el profesor de Coro. Es tan lindo… Nunca imaginé en un profesor que sea atractivo. De enserio, ¡hay que tener suerte! Ya tomé mi reproductor de Mp3. Me imaginaba que esa chica que cantaba era yo. Súper famosa. Súper top. La más diva. ¡Ojalá! Y al otro lado del escenario, el corista. El profesor. Mirando súper contento, todo el espectáculo. Mis padres y amigos, en primera fila. ¡ Y millones de fans! Todos tirando rosas, flores, números de teléfonos móviles, etc. Ése era mi sueño. ¡Pero estaba tan lejos, era tan inalcanzable! Pero vale intentarlo. Darlo todo por un sueño.

-Hija-Dijo mi madre, entrando a la habitación-Sácate esos auriculares por favor. Los escucho hasta en mi habitación. ¿A cuánto volumen los usas?

-Perdóname, madre. Los uso al máximo.

-Por dios, mañana te haremos exámenes auditivos. Por favor, por favor….

Y se alejó de la habitación rezongando.

Siempre los uso a ese volumen, no es tanto que digamos. Ella es muy exagerada a veces.

Bueno, espero con ansias el día de mañana. Volver a ver al profesor de coro, al chico de mis sueños, y a mi amiga.

Suena el timbre que indica que todos los alumnos vuelvan a sus asientos.

Entra la preceptora, le dije:

-Carmen, nos debemos ir a la clase de coro… con el profesor… Luis.

-Bien, vayan todos los alumnos del profesor Luis-Dijo.

Comenzó a pasar lista.

Empezamos a caminar sobre la escalera.

-Bien, ¿tú estás perdidamente enamorada de Luis, cierto?-Dijo Sebastián, algo celoso

-¿Te incumbe?-Dije enojada-Perdóname, no quise decirte eso, es que eres muy lindo…, bueno, perdóname. Si, es algo lindo, ¿no?

-Sonaste algo nerviosa-Dijo Melinda-No importa, los sentimientos son los sentimientos. Bien, Sebastián, ¿tienes novia?

En ese momento me enojé. De encerio. Sebastián, era mío. ¡Yo lo besé en el “banco solitario”! ¡Él era muy lindo!

-Eh, no, por ahora no.

-Bueno, ¿quieres ser mi novio?

-Quizás.

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